Mi mamá es una mujer con talentos especiales. Cuando éramos niñas hacía milagros con sus manos. Estoy segura de que una buena parte de su habilidad nació de la necesidad de transformar vestidos viejos de las primeras hijas en faldas nuevas para las restantes.
De los retazos nos confeccionaba hermosas muñecas de trapo. Me encantaban las muñecas de trapo; cada una tenía una personalidad definida. Las había alegres y tristes; flacas y robustas; morenas, blancas, amarillas y negras; jóvenes y otras no tan jóvenes. Todo un colorido universo multiétnico.
Muchos años más tarde una muy querida hermana tejió una preciosa muñeca para mi cumpleaños.
Yo nunca hice muñecas de trapo para mis hijas. Se las debo... Y eso que tengo bastantes retazos.
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