Estoy enseñando a leer a mi amiga C. Ella tiene 48 años, 2 hijas, 2 hijos y 9 nietos. El segundo de sus nietos vive con ella, tiene 8 años y empieza el cuarto año de básica. Y ya saben ustedes cómo es la escuela: el niño necesita ayuda, explicaciones, correcciones de las tareas y nadie puede ayudarle. Entonces, C se ha propuesto aprender para enseñar a su nieto. Cuánto puede hacer el amor a un niño. Sé que fue muy difícil para ella aceptar que es prácticamente analfabeta; pero ahora tiene la motivación necesaria y una firme decisión de aprender.
Empezamos hace dos días solamente y ella dedica una hora de su tiempo después de su duro trabajo a la tarea. Hoy vino más temprano que nunca a limpiar el Edificio, y después, sudorosa y cansada, estaba lista para el aprendizaje.
Mientras escribo esto, ella está a mi lado leyendo el primer cuento de su vida: El patito feo. Le tomó 15 minutos leer la primera página. La segunda página fue una tarea más dura, sus ojos están irritados y la noto cansada. Seguramente necesita lentes de lectura. Tomamos una pausa antes de continuar.
Me hubiera encantado tener una cámara fotográfica para captar la emoción de su rostro cuando me contaba una parte de la historia. Me siento muy especial por tener el placer de compartir el milagro de la transformación de los rasgos escritos en ideas, imágenes, sensaciones, emociones. Casi nunca pensamos en la maravilla que significa desentrañar las palabras.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario